Exposición "Saberes de Pupuña" en el Claustro de San Agustín de la UN
Exposición "Saberes de Pupuña"
Claustro de San Agustín de la UN, Cra. 8 Nr. 7-21 (Bogotá)
Estará abierta al público hasta finales de Septiembre de 2014!
Aquí les presentamos el discurso de inauguración que Cesar Agudelo leyó en el evento de inauguración.
Más sobre el evento de inauguración:
Más información sobre la exposición:
También puede leer este artículo sobre el proyecto
Del lugar dónde y del cómo la
Corporación Tapioca se enteró de Cubay, sus mujeres y las
peripecias que este hizo para obtener la semilla de la pupuña
Es
sábado, son las diez de la mañana, Mitú amanece cálido y alegre
después de una acostumbrada jornada nocturna de bares y
amanecederos. La música popular resuena por doquier amenizando ahora
la juerga diurna. El mercado local San Victorino o Sanvi,
como le dicen algunos lugareños, está en su hora pico. En el
interior de la maloca de teja de zinc, los pequeños fogones de las
vendedoras de comida, indígenas o mestizas, dejan salir un hilillo
de humo grisáceo producto de la extinción de tizones resguardados
del viento mañanero del río Vaupés por ollas de aluminio también
humeantes. Estas vasijas guardan en su interior carne de lapa o de
cerrillo de monte o quiñapira con guaracú, o con otro pescado de la
región o con cachama de estanque traída de Villavicencio. Sentados
en largas bancas de madera, alrededor de mesas de concreto
recubiertas por baldosas blancas, los comensales, familias indígenas,
mestizos y “blancos” (que al fin y al cabo también son
mestizos), comen parsimoniosamente pilao o la picante quiñapira,
acompañándolos con un triángulo de cazabe de almidón que es
blanco y felposo como una toalla, o cazabe de yuca madura de color
amarillo y textura compacta. Y de tomar, agua con fariña, una bebida
que se denominada chivé, que ojalá sea de patabá, fruto local que
le da un tono violeta y un sabor a chocolate. Al otro lado de la
maloca, hacia el río, pequeños grupos de personas conversan en
diferentes lenguas, se pasan unos a otros una cuya (totuma), no sin
antes limpiarle el borde por donde han tomado; entre un grupo y otro,
se alcanzan a ver señoras sentadas, rodeadas de canecas plásticas
de diferentes colores, semejantes a congueras antes de un concierto,
ellas son las vendedoras de chicha. Al salir de la maloca, por la
puerta que da a las casetas, se camina por un corto sendero de
concreto derruido; a un lado de este, repletos de gente, se ven
pequeños bebederos de chicha y otros licores, al otro lado hay más
grupos de personas hablando en otras lenguas, en sus manos llevan
sartas de pescado o bolsas plásticas con mercado; se ven también
niños y niñas de la mano de sus padres o caminando de un lado a
otro con sendos paquetes de chitos, papas fritas o detodito;
muchachos indígenas luciendo variedad de crestas; capitanes de
comunidades encontrándose con otras autoridades para concretar
convenios o proyectos o simplemente para intercambiar impresiones y
anécdotas; y por supuesto muchas personas comprando productos
locales. Este camino lleva a una garita de la policía, que es el
punto de control de los viajantes fluviales que arriban en largas
canoas empujadas por pequeños motores, esas embarcaciones traen a la
memoria esa imagen mitológica del arribo de las tribus ancestrales
sobre grandes anacondas. Entre las casetas están los médicos
tradicionales, contadores de historias, trabajando, haciendo sus
rezos, sus curaciones con la palabra; sus bocas están llenas de
mambe, preguntan en lengua qué tiene el paciente y empiezan una
serie de retahílas y ademanes, soplando en tarritos su curación,
porque es el soplo del payé el que tiene el poder de sanar.
Cada
mañana y sobre todo los sábados y domingos llegan a este mercado
cientos de personas provenientes de las comunidades, con racimos de
uvas caimaronas, carne de lapa o cerrillo, churucos muquiados,
cazabe, fariña, chicha, patabá, piñas, pescado, ataos de leña,
limones, mojojois, tapurús, mirití, ají, pupuña en racimos,
cocinada, en chicha, etc; los productos aparecen y desaparecen
durante el año de acuerdo al tiempo de cosecha. La época de pupuña
en Mitú va desde noviembre hasta marzo, pero es en este último mes
en el que podemos encontrar tinadas y canecadas de chicha de pupuña,
líquido espeso, anaranjado, espumoso, con una sustanciosa capa de
grasa; cuando la bebes sientes las vitaminas en el cerebro, porque te
da un leve dolorcito de cabeza, después de dos cuyadas no necesitas
consumir otro alimento, ya estás almorzado; dicen que si la consumes
con frecuencia tu prole puede aumentar significativamente.
Nosotros,
la Corporación Tapioca, desde hace cuatro años hemos frecuentado
Mitú y hablado con abuelos indígenas, sobre todo cubeos, que son
médicos tradicionales y conocen los relatos de la cosmogonía. Ellos
nos han contado historias sobre la pupuña. El primero que nos narró
sobre cómo Cubay, dios de los cubeos, obtuvo la semilla de la pupuña
del mundo de los peces fue Ismael Ramírez, después hablamos con
Gustavo González, posteriormente con Juanico González y José
López, a todos ellos les agradecemos inmensamente el compartir con
nosotros sus conocimientos. Sus narraciones son efemérides
maravillosas de guerreros, animales parlantes, amores, poderes
extra-naturales, viajes épicos, guerras y un sin número de hechos
que se entrelazan con la historia de occidente de una manera
singular. En estas conversaciones hemos contado principalmente con la
ayuda de Diana González, quien se ha desempeñado en este proyecto
como traductora. Saberes de Pupuña se ha realizado en tres años
consecutivos con el objetivo de establecer un puente entre los
abuelos y las nuevas generaciones de las etnias de este territorio.
Los primeros que entran en contacto con el material recopilado son
niños y jóvenes indígenas que habitan en el casco urbano de Mitú;
con ellos realizamos en 2011 y 2012, Dreier Salamanca y quien les
habla, talleres de dibujo en los que se hicieron bocetos de
personajes y escenarios de las historias contadas por los payés. En
2013, bajo la tutoría de Juan Carlos Díaz Meneses, se elaboró con
jóvenes indígenas el machote de una revista cómic que ilustra
entre otras historias el episodio que cuenta cómo Cubay –Dios de
los Cubeos- obtiene una semilla de pupuña del mundo de los peces,
del cuál proviene su esposa Yuremarɨ; el episodio termina con la
propagación de la pupuña por el Vaupés y el resto de lugares en
donde hoy se encuentra de manera natural. Algunas versiones de este
proyecto han culminado con exposiciones, bien sea en Mitú o en
Villavicencio, en las que se muestran videos, audios, dibujos,
objetos, recetas con pupuña y fotografías tomadas durante las
entrevistas, los talleres y en las visitas a sitios sagrados como Las
Piedras de Cubay y Cerro
Flecha.
Es
de anotar también que durante estos años hemos recibido la
colaboración de diferentes personas e instituciones. Adela Rodríguez
nos ha hospedado en su casa en varias ocasiones, se nos ha puesto a
disposición la maloca de la Casa de la Cultura y la Biblioteca
Departamental y el Programa Nacional de Concertación del Ministerio
de Cultura ha aportado parte de los recursos para la realización de
este proyecto. El hecho de materializar esta exposición se lo
agradecemos a la Dirección de Museos y Patrimonio de la Universidad
Nacional y sobre todo al profesor Edmon Castell y a su equipo de
trabajo.
Saberes
de pupuña es un compendio de los conocimientos de varios aspectos de
este fruto tropical: recetas, composición nutricional, ubicación
geográfica de la especie, fotografías de plantas, conocimientos
tradicionales, mitos, leyendas, danzas y trajes para estas; pero
sobre todo es un ejemplo de como la práctica de las artes entra en
relación con el conocimiento tradicional. Esperamos que estos
saberes sean recibidos por un sin número de personas y multiplicados
a otros tantos para que la diversidad étnica de Colombia sobreviva y
entendamos el pensamiento de otros pueblos que habitan este
territorio, alimentando de esta manera la tolerancia, pero también a
nuestros estómagos, introduciendo a nuestra dieta frutos como este.
La
Corporación Tapioca, Andrea Gutierrez, Magda Agudelo, Jair Montaña
y quien les habla, Cesar Agudelo, les agradece su presencia y los
invita a disfrutarla y compartirla. Hacemos extensivo este
agradecimiento a todos los que han hecho posible Saberes de Pupuña.
Cesar
Agudelo
Mitú/Villavicencio/Bogotá
Mayo de 2014
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